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lunes, 28 de agosto de 2017

PSICOLOGIA SOCIAL: Tarea, pretarea y proyecto


Fredrik Rattzen.







































Nos ocuparemos en este artículo de un conjunto de conceptos centrales de la psicología social, tanto en lo que hace a su teoría de los grupos como su teoría de la subjetividad.

Los conceptos tarea-pretarea-proyecto describen trayectorias no lineales que se despliegan desde ciertas necesidades hacia ciertos objetivos que como se verá, no son del todo especificables al inicio de un proceso dado. Un rasgo que caracteriza la tarea es su complejidad y multidimensionalidad. Su carácter por momentos de cuestión inaprensible proviene de esa complejidad pero también de su relación intrínseca con los miedos al cambio y su carácter de proceso concreto: singular, único e irrepetible. Tarea es momento de encuentro tanto proceso. En el curso de la tarea se pone en juego la capacidad de los sujetos de focalizar/se en un objeto-proceso, y al mismo tiempo, ampliarse, contactando con la realidad de la que se ocupan. En la tarea y la pretarea está implicado cada sujeto y cada grupo, con sus emociones, sus ideas y sus experiencias de vida.


Un poco de historia.


Tarea es un concepto formulado por Enrique Pichon-Rivière en 1956 y retrabajado a partir de esa fecha y hasta 1964, período en el cual incorpora otras dos ideas fundamentales: pre-tarea y proyecto.


Según definió Pichon-Rivière: “La tarea es la marcha del grupo hacia su objetivo, es un hacerse y un hacer dialéctico hacia una finalidad, es una praxis y una trayectoria” (1970b. pág. 189).


La tarea constituye “lo esencial del proceso grupal...” (Pichon-Rivière, 1970a. p. 21) y permite definir el eje de su técnica que no se centra en los individuos ni en los grupos sino en “la relación entre un grupo y sus miembros con una tarea determinada”. (Pichon-Rivière, 1970a. Pag. 22).


Pichon-Rivière (1969b, p. 143) planteó la tarea como una dimensión ineludible: “Todo grupo se plantea explícita o implícitamente una tarea, la que constituye su objetivo o finalidad”.

No sólo los grupos están o no en tarea, también los sujetos. Pichon-Rivière (1964) explicitó esta cuestión, con claridad, en “La noción de tarea en psiquiatría”. Tarea es por lo tanto, una actividad individual o colectiva que se dirige desde ciertas necesidades hacia ciertos objetivos.


Los objetivos a los que se dirige la tarea son siempre específicos y están en parte fijados previamente por el encuadre (grupal y/o institucional). Sin embargo, cabe aclarar, que los objetivos no son nunca del todo especificables, por lo menos antes de que el proceso grupal o personal despliegue sus perspectivas y tome cierta consistencia.


Hay tareas prescriptas y objetivos específicos a los que se dirigen los sujetos individuales o colectivos. Pero los sujetos encuentran, a medida que se implican en sus tareas, sentidos inadvertidos y en un sentido inadvertibles. Los significados personales y grupales emergen y se revelan solo a través de la inmersión en la tarea. Es necesario conocer la realidad concreta para transformarla pero también, como es sabido, es necesario transformar lo real para crear las condiciones que dan lugar al conocimiento.


La complejidad estructural de la tarea.


Dijimos que tarea es multidimensional o, dicho en otros términos, tiene una gran complejidad estructural. Pero su complejidad estructural (espacial) es también complejidad temporal. El término tarea describe una actividad o trayecto que es lineal (dimensión temporal) pero contiene a la vez una multiplicidad de tiempos: avances y retrocesos, desarrollos desiguales y momentos caóticos y devenires multidireccionales propios de un movimiento esencialmente dialéctico y crítico.


Cabe aclarar, porque hay quienes erróneamente lo afirman, que la tarea nunca es el mero cumplimiento de una actividad prescripta. Si se reduce a ello la tarea, se la vacía de contenido y se la desnaturaliza.


Existe en toda tarea una incertidumbre (imprescindible) que debe ser respetada al riesgo caer en una actividad vacía y sin sentido. Esa incertidumbre permite, tanto como la capacidad de centrarse en la tarea, mantener abierta la esperanza presente en toda situación de tarea. Cada giro de la espiral dialéctica parece que va a pasar por el mismo lugar que antes, pero pasa al lado; se desplaza, siempre un poco más allá o un poco más acá. (Grieco, A. 2012). La tarea se da o no se da en cada aquí-ahora-con otros y es esencialmente, un proceso creativo, singular e irrepetible.


En la tarea se presentan obstáculos sistemáticos. Esto quiere decir que son obstáculos que en circunstancias similares, tienen un alto grado de probabilidad de presentarse. Pero además de ser sistemáticos (y por lo tanto, desde un punto de vista, ser “lógicos”) pueden ser especialmente intensos, persistentes y estereotipados.


Esos obstáculos se relacionan a lo que veníamos afirmando: la complejidad estructural de la tarea, cuestión que no es ninguna novedad aunque fue mejor comprendida en las décadas recientes, a partir de los fracasos de las excesivas certidumbres que predominaban en décadas anteriores. A las dificultades que provienen de la complejidad de la tarea, esto es, por ejemplo de la coexistencia del pensar, sentir y hacer, de pasado, presente y futuro, se agrega el carácter singular, único e irrepetible de cada momento de la tarea (a veces se dice algo así como que la vida debería tener un ensayo general, pero que, justamente, ese es el problema, no lo tiene). Los obstáculos no sólo provienen de la complejidad estructural y temporal de la tarea (su espesura). Otro factor fundamental son los miedos al cambio, las ansiedades paranoides y depresivas que intervienen en los procesos colectivos y personales.


Los miedos al cambio.



Las dificultades provienen no sólo de las complejidades cognitivas y estructurales de la tarea sino de su dimensión afectiva.


Pichon-Rivière diferenció dos tipos de obstáculos: los epistemológicos y los epistemofílicos. Los epistemológicos refieren a disposición o carencia de estructuras cognitivas y conceptuales necesarias para abordar una tarea. Los epistemofílicos se basan en la operación de las ansiedades básicas (miedo a la pérdida y al ataque) que configuran la resistencia al cambio.


Un tercer tipo de obstáculos, llamados epistemoprácticos, fueron incorporados hace unos años (Fabris, 2004) y refieren a las disposición o no de experiencias personales y/o profesionales, tanto históricas como actuales (contextuales), que puedan dar lugar a la comprensión de la situación en la que se está implicado.


Los obstáculos están estrechamente relacionados a determinado tipo de fantasías inconscientes que intervienen en todos los procesos humanos. Señala con respecto a este punto Pichon-Rivière (1969b):


“La tarea, la estructura grupal y el contexto en el que se relacionan tarea y grupo constituyen una ecuación de la que surgen fantasías inconscientes, que siguen el modelo primario del acontecer del grupo interno. Entre estas fantasías algunas pueden funcionar como obstáculo en el abordaje del objeto de conocimiento y ser distorsionantes en la lectura de la realidad, mientras que otras actúan como incentivo del trabajo grupal.


El enfrentamiento de ambos tipos de fantasías inconscientes proyectadas en el grupo producirán las situaciones de conflicto características de la tarea grupal.


El esclarecimiento de dichas fantasías inconscientes, así como la resolución dialéctica del dilema que dio origen al conflicto, constituyen la tarea latente del grupo, inaugurándose entonces la posibilidad de la creación”. (p. 143)


Abundando sobre estas relaciones escribió Pichon-Rivière:


Bajo esta tarea explícita subyace otra implícita, que apunta a la ruptura, a través del esclarecimiento, de las pautas estereotipadas que dificultan el aprendizaje y la comunicación significando un obstáculo frente a toda situación de progreso o cambio. (1969, p. 153.).



Algo más sobre la complejidad de la tarea.



Como se viene diciendo tarea es un trayecto dialéctico y multidimensional en el cual están implicados sujetos individuales y colectivos que intervienen en un devenir (pensar, sentir y actuar) que se dirige, si todo marcha bien, desde ciertas necesidades prioritarias hacia ciertos objetivos específicos (aunque no necesariamente especificables al inicio del proceso, como ya dijimos).


Como se habrá advertido a esta altura del artículo, la tarea no es cualquier tipo de actividad ni una actividad cualquiera. El concepto tarea tipifica, no sólo una trayectoria, sino un modo, un tipo, una calidad específica de trayectoria. Tarea es una actividad y praxis compleja y multidimensional que supone el tránsito y resolución positiva de contradicciones sucesivas (que se van presentando en distintos momentos del proceso) tanto como simultáneas (que se presentan al mismo tiempo en un momento específico del proceso).


Se analice un sujeto o un grupo, u otro tipo de colectivo social más amplio, como podría ser una institución o una comunidad, es necesario tener en cuenta, por lo menos, las siguientes dimensiones que intervienen en la tarea: los procesos de comunicación y el ruido y malentendido; las dimensiones del aprendizaje y del obstáculo; los procesos vinculares y grupales de afiliación y pertenencia (versus serialidad); las alternativas de la cooperación y el saboteo; la tele positiva y negativa; la dinámica de roles grupales; las ideologías en sus versiones manifiestas e implícitas; los contextos institucionales y sociales intervinientes (explícitos e implícitos); los avatares de la incertidumbre y la ambivalencia; las necesidades y motivaciones en juego; los secretos grupales y los grados de conciencia posible; los miedos (ansiedades paranoides y depresivas) y los proyectos de cambio.


Todas estas dimensiones de la grupalidad se evalúan no sólo con relación a sí mismas, sino con relación a la tarea, esto es, con referencia a las pautas de acercamiento, enfrentamiento y resolución de necesidades y objetivos que en ella se despliegan. Cabe aclarar que si nuestro foco del análisis fuese la praxis de un sujeto individual, sería necesario agregar algunas otras dimensiones que no podemos tratar en esta ocasión.



La vivencia de estar en tarea.



Cuando los participantes de un grupo están en tarea, siente que están transformando un objeto-proceso y vivencian que son también transformados por ese objeto-proceso sobre el que operan, así como por la propia actividad que, individual y colectivamente, despliegan. Vivencian que cuando “trabajan”, a la vez “se trabajan” y que, valga la expresión, “son trabajados” por la propia actividad y las transformaciones que sufre el objeto-proceso del que se ocupan. Este tipo de relación transformadora y creativa entre sujetos y objetos es lo que se denomina estar en tarea, desplegar una tarea. ¿Quiere decir esto que la definición de “estar en tarea” depende únicamente de la vivencia de los participantes? No es eso lo que decimos. Pero entonces, ¿cuándo puede saberse si se estuvo o no en tarea? La respuesta es sencilla: después. (Aunque cabe considerar que la presunción de “estar en tarea” mientras se está participando de un proceso, no es poca cosa).



Tarea como momento y como proceso.



La tarea es el momento de encuentro fecundo en el que sujetos y objetos logran interpenetrarse y transformarse. Pero es también las idas y vueltas de un proceso crítico y constructivo. Refiere a la intensidad de ese encuentro –en el que surge la melodía o la idea nueva que esclarece o al menos brinda una pista- tanto como al laborioso – y a veces frustrante- proceso de aproximación gradual a un objeto muchas veces huidizo.


Tarea es momento de encuentro a la vez que proceso constructivo. El instante en la música o en el teatro tanto como el momento de la operación en la técnica de grupo operativo (Pichon-Rivière (1964, p. 34). Es momento pero también es proceso y praxis a través de la cual los sujetos se objetivan, satisfaciendo sus necesidades afectivas y de realización personal y social. En la tarea, y por la tarea, los sujetos se hacen progresivamente cargo de un objeto-proceso problemático. Descubren y redescubren, reiteradas veces, ese objeto-proceso que está a su vez en metamorfosis constante, creándose.


Los sujetos registran significados (afectos, ideas, percepciones, vivencias, etc.) sobre los que operan activamente, resolviendo pautas obstaculizantes: logran desprenderse, a fuerza de insistencia y creatividad, de las estereotipias que obstinadamente intentan frenar las situaciones de tarea.



¿Qué es la pretarea?



La pretarea es un modo (estereotipado) de actividad individual o grupal que se caracteriza por el uso cuasi meramente defensivo de las técnicas del yo. Estas técnicas funcionan, durante la pretarea, casi exclusivamente al servicio de la resistencia al cambio. Los sujetos evitan, a través de estas técnicas defensivas, el enfrentamiento y abordaje del objeto de la tarea, eludiendo de ese modo la elaboración de las ansiedades.


Sin embargo, un grado de coexistencia de tarea y pretarea, de despliegue del abordaje del objeto, al mismo tiempo que la resistencia a abordarlo, es lo más frecuente. La pretarea coexiste con la tarea, por lo que es necesario, en cada aquí-ahora-con otros, determinar las “cantidades” o “montos” de pretarea, diagnosticando al mismo tiempo, las vicisitudes y tendencias hacia un polo y el otro, hacia la tarea y hacia la pretarea. Dice Pichon-Rivière (1965. Pág. 129):


“La pretarea, con sus técnicas disociativas, es un momento habitual en el desarrollo del trabajo grupal. Pero si se estanca, si el estereotipo adquiere una rigidez creciente, la productividad del grupo es nula”.


Desde el punto de vista de los sujetos, en esta situación resistencial, actúa un núcleo depresivo que, a través de consonancias y resonancias, tiene consecuencias en la propia dinámica grupal:


“Ese núcleo depresivo está vinculado a la situación de nacimiento y desarrollo, y es responsable de la pauta estereotipada de conducta como resultante de una situación de estancamiento en el proceso de aprendizaje de la realidad y de deterioro de la comunicación, viciando el abordaje del objeto de conocimiento y situación de tarea”. (Pichon-Rivière, 1969. p. 155).


Debería quedar claro a esta altura, que la pretarea, concepto formulado por Pichon-Rivière en 1964, casi diez años después de postular el término tarea como concepto, no supone una “preparación” para la tarea. Pretarea es una instancia lógica y no cronológica.


Aunque es cierto también que presupone algún tipo de antes (“pre” - tarea). Pero se trata de un “antes” sólo en el sentido de que mientras predomina la pretarea, no se hace posible abordar el objeto de la tarea. La pretarea describe un momento de resistencia al abordaje del objeto de conocimiento y de resistencia, y también de resistencia al esclarecimiento de las implicancias subjetivas y objetivas de los sujetos. La pretarea, en tanto instancia lógica -y no cronológica-, puede darse –o no darse- en cualquier momento del proceso grupal, en el inicio, el desarrollo o el cierre.


Si los sujetos o grupos logran vencer los miedos y obstáculos que provienen de la resistencia al cambio (ansiedades paranoides y depresivas que configuran el miedo al cambio) y se produce una situación en la cual predomina la comunicación por sobre el ruido, el aprendizaje por sobre el obstáculo, la pertenencia por sobre la serialidad, la capacidad de cooperar por sobre el saboteo y la competencia, se da, entonces, la pertinencia, definida como capacidad de centrarse en una tarea.


“Hemos llamado pertinencia a otra categoría, que consiste en el centrarse del grupo en la tarea prescripta, y en el esclarecimiento de la misma. La calidad de esta pertinencia se evalúa de acuerdo con el monto de la pretarea, la creatividad y la productividad del grupo y sus aperturas hacia un proyecto”. (Pichon-Rivière, 1969. p. 154).



A modo de cierre.



Los conceptos tarea-pretarea-proyecto están en el centro de la teoría de Pichon-Rivière. Se trata de conceptos que permiten realizar el diagnóstico de una situación personal y grupal desde una perspectiva psicológico social.


El desafío práctico de cada sujeto individual o colectivo es poder desplegar la tarea, resolver los obstáculos y lograr los objetivos (iniciales y/o sus reconfiguraciones emergentes). No se trata únicamente del análisis de las contradicciones que operan en el texto y contexto de la tarea sino, más aún, poder crear las condiciones que dan lugar a su desarrollo. La tarea es un hacer multidimensional que supone trabajar y trabajarse, trasformar y ser transformado.


En las trayectorias que describen las vicisitudes de la tarea, la pretarea y el proyecto, los sujetos se pierden y encuentran; se arraigan, vislumbran, concretan, actualizan y proyectan.



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Revista Campo Grupal, dirigida por Rubén Mazzilli, nro. 162, diciembre de 2013.