Páginas


jueves, 24 de agosto de 2017

ANTROPOLOGÍA: El Porvenir de una ilusión (S.Freud)

El Porvenir de una ilusión (S.Freud)


Como una disculpa a este ambicioso texto, Freud afirma en el Prefacio que estamos limitados en nuestra predicción del futuro por cómo percibimos el presente y lo poco que sabemos acerca del pasado. Dicho esto, hay dos aspectos de la civilización humana: el primero es la manera en que intentamos controlar las fuerzas de la naturaleza para nuestro beneficio; el segundo es cómo podemos controlar las relaciones con los demás.]Los seres humanos somos en general hostiles a la civilización, lo que limita nuestras facultades de adquisición. Por lo tanto, la civilización debe ser defendida contra las personas. Los líderes usan la coacción para frenar los impulsos antisociales humanos. A pesar de que nos gusta creer que nuestras grandes civilizaciones reposan sobre lo contrario, la gente no está inherentemente aficionada de trabajo, y es imposible argumentar en contra de las pasiones de alguien. Las experiencias de la primera infancia son cruciales porque forman a los niños para amar a la civilización. La clave para mantener las civilizaciones juntas, entonces, no es la economía sino la psicología.[BR]Freud introduce algunas palabras clave aquí para explicar cómo es esto posible. Las tácticas de coerción utilizadas por los dirigentes son consideradas como los activos mentales de la sociedad. Una regulación social (es decir, una moral o una ley) es una prohibición. Los resultados de los impulsos insatisfechos por las prohibiciones son las frustraciones. La condición producida cuando un individuo experimenta frustración debido a la prohibición es la privación.[BR]A través de generaciones de condicionamientos externos las prohibiciones son internalizadas y forman el superyó. Esto presta un cierto grado de estabilidad a la civilización, aunque las revueltas de clase pueden ser creadas por las prohibiciones que limitan excesivamente a las clases más desfavorecidas, especialmente si no reciben un porcentaje suficiente de la riqueza. La hostilidad hacia la civilización también se manifiesta de este modo cuando las naciones tratan una con la otra. Otros pacificadores son los ideales culturales en las formas del arte y la ciencia. Los ideales culturales conducen a una satisfacción narcisista de la civilización, incluso para los menos privilegiados, porque también tienen una cuota por simplemente pertenecer a dicha civilizaciónEl aspecto más importante de la psicología colectiva de una cultura son sus ilusiones, o ideas religiosas. Sin la civilización necesaria para protegernos de los demás, todos estaríamos en un estado de la naturaleza hobbesiano. La naturaleza cruel aún existe y ocasiona daños inevitables, aunque en la forma de destino y tormentas, terremotos y tifones. En un intento de aliviar nuestra ansiedad, le hemos atribuido características humanas a esa parte de la naturaleza que no podemos controlar. Esto no sólo hace nuestra impotencia más tolerable, sino que también nos da algo para apaciguarnos y engañarnos.Nuestros primeros dioses fueron animales, pero rápidamente los cambiamos por dioses-madre, como la figura de la madre es el primer amor para nosotros como niños. Eventualmente, los cambiamos por padre-dioses, y luego por un padre-dios, como la figura del padre pronto se demuestra más fuerte que la figura de la madre en la infancia.
Como bebés tenemos que aprender rápidamente que si queremos amor, vamos a mamá; si queremos protección, vamos a papá. La civilización tiene el mismo proceso de maduración que el de un niño.Las ideas religiosas de una cultura dan credibilidad a las prohibiciones, porque puede atribuirse a la voluntad de un dios. Pese a las privaciones, los niños y las civilizaciones sufrirán restricciones para complacer a su padre y dios. El dios con figura de padre también presta un elemento de miedo a la relación, asegurando así que las prohibiciones queden más firmemente adheridas.La importancia de las ilusiones en una cultura es que la falta de pruebas creíbles provoca problemas psicológicos. Surgen muchas defensas como un intento de demostrar que hay un dios mirando por encima de nosotros, pero todas ellas carecen de sustancia. Algunos ejemplos son: nuestros antepasados creían; y, cuestionar la fe es contrario a la doctrina religiosa. Los deseos crean ilusiones, y aunque la satisfacción del deseo como un medio para la creación no refuta la posibilidad de la verdad, ciertamente no la demuestra, tampoco. El hecho de que existan tantas defensas ilógicas de la religión debe significar que las creencias de muchas personas son bastante inseguras.Las influencias científicas han comenzado a remplazar a las ideas religiosas sobre cómo podemos aprender más acerca del funcionamiento del mundo. Freud sugiere que aquellos sin otro punto de anclaje moral excepto las leyes podrían ser peligrosos si algún otro ideal no toma el lugar de la religión antes de que sea completamente desmantelada. Las prohibiciones contra las matanzas, por ejemplo, siguen siendo buenas incluso si no proceden de dios. Si las prohibiciones son entendidas como procedentes de los hombres, podrían ser mejoradas más fácilmente que si proceden de lo divino.La religión es como una neurosis cultural: los niños sufren la misma neurosis cuando aprenden a reprimir sus instintos por su propio bien. Y Freud considera que los niños brillantes permanecerán inquisitivos e inteligentes como adultos en lugar de estandarizados si se les enseña el amor cívico y la razón científica en lugar de la religión.Mientras Freud podría proponer una nueva ilusión para ser adoctrinada y perpetuada, está seguro de que se conducirá a un estado en que la  ciencia pueda prevalecer. Y la ciencia no es una ilusión.

El porvenir de una ilusión

Todo ser humano se encuentra enmarcado en una cultura, desde este punto parte Freud en el porvenir de una ilusión. Se nos plantea la idea de que la cultura humana; por un lado, comprende el saber y el poder de los hombre para dominar las fuerzas naturales y; por el otro, comprende todas las organizaciones necesarias para regular las relaciones entre los  seres humanos y para la distribución de los bienes alcanzables. Es así que se llega al punto de aseverar que para que las instituciones culturales se mantengan se necesita cierta coerción. Los medios de coerción que se utilizarían para ser humano mantener la cultura son tanto internos como externos. De este modo, en la evolución del  existe una transformación paulatina de la coerción externa en coerción interna por la acción de una especial instancia psíquica del hombre que va cogiendo la dominación externa entre sus mandamientos; en conclusión, esto hace de él un ser moral y social. Sin embargo, existe una hostilidad contra la civilización, engendrada por la presión que la misma ejerce sobre el individuo, imponiéndole la renuncia a los instintos.

No obstante, uno de los aspectos más importante para mantener el inventario psíquico de una civilización son sus ilusiones o; en otras palabras, sus representaciones religiosas. Freud nos dice que las representaciones religiosas nacen; en primer lugar de la necesidad de defenderse contra la prepotencia de la naturaleza. En segundo lugar, del impulso de corregir las imperfecciones de la civilización. En consecuencia, la civilización en un intento de calmar su ansiedad, en un comienzo humaniza la naturaleza; con esto el hombre llega a encontrar un alivio inmediato y a dominar la situación. Luego de esto, el hombre reviste a las fuerzas naturales de un carácter paternal; es decir, la naturaleza es vista como dios-madre y dios-padre, la civilización al igual que el infante, se da cuenta de que si necesita amor y protección; y tiene que recurrir a la madre y al padre respectivamente. Con ellos se muestra que la civilización tiene el mismo proceso de maduración que un niño. De esta manera, la motivación psicoanalítica de la génesis de la religión constituye la aportación infantil a su motivación manifiesta. Después de esta etapa, el   ser humano ún con su descubrimiento de que sigue siendo indefenso, paso a crear la existencia de un padre inmortal mucho más poderoso. Es así, que nace un gobierno bondadoso, que mitiga el miedo a los peligros de la vida, da una institución moral universal asegurando la justicia y la prolongación de la existencia terrenal por una vida futura.

Como consecuencia Freud define a la significación psicológica de las representaciones religiosas como los principios y afirmaciones sobre hechos y relaciones de la realidad exterior en los que se sostiene algo que no hemos hallado por nosotros mismos y que aspiran a ser aceptados como ciertos, pero estos no están fundamentados. De este modo, Freud asevera que la génesis psíquica de las ideas religiosas que son representadas como dogmas son ilusiones; es decir, realizaciones de los deseos más antiguos, intensos y apremiantes de la Humanidad.

De esta forma, la religión se basa en dos premisas. En la primera, se nos exhorta a creer que la religión está por encima de todo requerimiento de racionalidad que incluso está por encima de la razón en sí misma. La segunda, es llamada la filosofía del “como si”; es decir, nosotros comprendemos y sabemos que algunas hipótesis son absurdas y las definimos como ficciones, pero nos conducimos “como si” fuesen verdaderas. Así, la ilusión es entendida como una creencia que nace del deseo de obtener algo prescindiendo de la realidad. En relación a esto, la religión, basa su fuerza en crear una idea ilusoria de un padre poderoso que reduce el miedo al peligro verdadero. Sin embargo, la religión se ha convertido, de cierta forma, en la base de la civilización. Los hombres, sin Dios y moral universal, se sienten desligados de cualquier obligación. Cada uno seguiría sus temores e instintos y surgiría el caos.

La idea de un Dios fuerte y bondadoso que acoge al ser humano pobre y pecador se va desvaneciendo. Se pretende quitar la ilusión de la religión, en parte a causa de los avances científicos, sin dejar una nueva base para el orden público. Esta desmitificación lleva al pesimismo y al descontento de la civilización. Para Freud, si se desea tratar de llenar el vacío se debe recordar que ante la amenaza inicial de caos, el   ser humano termina por unirse en una sociedad que prohíbe atacar a aquellos que estén dentro de ella. Quienes lo hagan, eran asesinados. Más tarde se evolucionaría en castigo y justicia. Es necesario dejar de atribuir a Dios nuestros propios razonamientos. De lograr salir de este estado infantil, el individuo se vería en una situación muy difícil. Tendría que reconocer que no es el centro de la creación y que por consiguiente es pequeño e impotente ante los peligros que le acechan. Sin embargo, regresamos al símil del niño: todo infante debe abandonar el hogar paterno y enfrentarse a la vida.

A pesar de lo expuesto, para Freud existen beneficios en salir del infantilismo creado por la religión. Las ideas freudianas que provienen de la ciencia y la razón son imposibles de rebatir. Esta premisa permite pensar que, en caso de derrumbarse la idea de religión, que para Freud es evidente, aquellos que creen en Dios se encontrarán ante la desaparición de todo aquello que da sentido a sus vidas. Por otro lado, el que basa su conducta en la razón, es libre de la servidumbre a la religión y no sufrirá ante la caída de las ilusiones. Ante la refutación que puede surgir frente a los cambios en las opiniones científicas, Freud afirma que éstas son parte del proceso y no una contradicción. Freud, consciente de lo controversial de su teoría, resalta que su posición no tiene la intención de ofender a nadie. Que en todo caso, la más perjudicada de la situación es su método del psicoanálisis, que logra desenmascarar la ilusión tras la religión.

Comentario:
En este libro, Freud analiza la necesidad de los seres humanos, como colectividad, de creer o ilusionarse, ya sea a través de distintos iconos o de las creencias religiosas. Como podemos observar, después de lo leído, en este texto se hace una apuesta interesante tratando de llegar a la conclusión de que la religión permite evitar la disociación entre la masa incultivada y el pensador y conservan entre ellos una comunidad muy importante para el aseguramiento de la civilización; de este modo se termina favoreciendo a la razón o la labor científica, diciendo que esta nos permitiría ampliar nuestro poder y dar sentido a nuestra vida puesto que esta no es una ilusión, sino que la ilusión seria creer que en otra parte podremos conseguir lo que ella nos puede dar.

De esta manera, es importante resaltar cómo es que Freud puede llegar a ser positivo respecto a la habilidad que puede tener el hombre para regular su conducta. Sin embargo, esta forma de pensar puede llegar a contradecirse. Si al comienzo existía el caos, qué hace necesaria la creación de la ilusión de un Dios cuando el hombre pudo haber llegado a una ética conjunta. Por otro lado, si la respuesta a la necesidad de un Dios es la velocidad con la que se logra llegar a ambos razonamientos, ¿cómo evitar la crisis de valores que se genera al dejar de creer en un Dios regulador? El propio Freud admite la lentitud de los avances científicos que permitan el seguimiento de una verdad. Hoy somos testigos de cómo el nivel moral de la sociedad ha ido decreciendo justamente por la falta de un ente moralizador. Si la razón no avanza a tiempo, ¿entonces qué es lo que causa que muchos sigan actuando de una forma moral sin creer necesariamente es la existencia de Dios? Esto puede llevar a pensar en una idea de bien universal que unifica a los hombres tácitamente, aunque no exista un Dios castigador, una sociedad lo suficientemente fortalecida o razones suficientes para ser éticamente correctos.

No obstante, hasta cierto punto es un poco arriesgado creer que solo la ciencia podría llegar a ser la que nos de equilibrio a nuestras vidas; puesto que actualmente se puede observar claramente que la racionalidad a ultranza está siendo dejada de lado para regresar a la mitificación en muchos aspectos de nuestra vida; los cuales se ven enriquecidos de esta manera. Esta tesis planteada por Freud, puede ser una manera interesante de analizar el comportamiento de las sociedades; sin embargo, no sabemos hasta qué punto, en la actualidad, se pueda ser tan categórico de afirmar que la ciencia es el camino que permita dejar de lado las ilusiones de los seres humanos, en su vida colectiva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario